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Asturias, mirando al mar.
De Gijón a Luanco
Hablar de Gijón es referirse a Cimadevilla, su
corazón, que penetra en el Cantábrico como una lengua de tierra.
Aquí encajan con la precisión de un puzzle las principales señas de
identidad gijonesas: desde su plaza Mayor porticada (sede del
Ayuntamiento) hasta la del Marqués, con una de las muchas estatuas
erigidas en Asturias en honor a Don Pelayo, héroe de la Reconquista.

Luanco (Asturias)
Visita también la Torre del Reloj –antigua cárcel
reciclada en museo nacional– y el palacio de Revillagigedo (Tél. 985
34 69 21), una auténtica joya del barroco civil que acoge un centro
cultural con exposiciones de arte contemporáneo. La entrada es
gratuita con la Gijón Card.
Esta misma tarjeta (10 euros/1 día, o 15 euros, 3
días), no solo te permitirá acceder gratis a los transportes
públicos y entrar en los museos, sino también un descuento del 25
por ciento en los restaurantes de su Ruta de la Sidrería, con un
menú de 25 euros que incluye un entrante, dos platos, postre y
botella de sidra.
El gran homenaje de Chillida
Protegiendo el abigarrado casco antiguo gijonés se
alza el cerro de Santa Catalina, cuya guinda la puso el escultor
vasco Eduardo Chillida con una de sus más veneradas obras: El elogio
del horizonte (1990).

Se trata de una escultura circular de
hormigón, de 10 metros de alto y 500 toneladas de peso, que parece
un pararrayos protector de la ciudad. A sus pies, lugareños y
foráneos se acomodan al borde del acantilado absortos ante la
panorámica de un mar que parece no tener fin.
Al oeste de Cimadevilla se refugia el ordenado
puerto deportivo y, al este, la playa de San Lorenzo, que parece
capaz de acoger en su generoso seno a toda la vecindad y visitantes.
Más pequeñas y coquetas, junto al puerto, están las playas de
Poniente y Arbeyal.
Si después de una jornada intensa de visitas, aún
te sientes con ánimos de tomar una copa tras la cena, te proponemos
unos cuantos lugares.
Puedes empezar por Gato Tuerto (Plaza Nicanor Piñole, 1, junto a la plaza de Europa), con su animado karaoke, el
café-bar Bambara (Marqués de San Esteban, 9), frecuentado por
jugadores del Sporting, o Bulevar (Claudio Alvargonzalez, 8), ya en
plena Cimadevilla.

Saliendo de Gijón en dirección al Cabo de Peñas,
pasamos antes por dos pueblos pesqueros con encanto. El primero es
Candás, una antigua villa de balleneros que fondeaban en aguas
irlandesas.
Aquí rescataron del mar en el siglo XVI un Cristo, que
cobijan en la parroquia de San Félix. También puedes visitar la
plaza del Pescador y la fuente de Santarúa (del siglo XVIII), con
sus cinco caños. Si vienes en julio, no te pierdas el
Festival de Bandes de
Gaites Villa de Candás, con participantes de toda Europa, que
este año se celebra del 19 al 21.
El otro pueblo es Luanco, donde no debes perderte
la iglesia de Santa María (con sus siete retablos barrocos) y la
Torre del Reloj, una antigua cárcel que hacía las veces de punto de
vigía. Pero, sobre todo, reserva tiempo para ver el Museo Marítimo
de Asturias (Gijón, 6. Tél. 985 88 01 01. Entrada: 4 euros), que
recoge toda la actividad marinera astur. Además, este año tiene una
interesante exposición temporal sobre el centenario del hundimiento
del Titanic.
En casa de Jovellanos
El casco viejo de Gijón sigue rindiendo pleitesía
a su hijo más ilustre: Gaspar Melchor de Jovellanos. Una céntrica y
frecuentada plaza con su nombre, al norte de la cual está la casa
donde nació, en 1744, inmortaliza a este avanzado europeísta, uno de
los grandes ilustrados del siglo XVIII y promotor del Plan de
Reforma Industrial de Asturias.
La vivienda donde nació y vivió (Plaza Jovellanos,
s/n. Entrada gratuita) es sede de importantes exposiciones
pictóricas y en ella se exhiben objetos personales y lienzos de
artistas como Goya o Dalí. También el principal teatro de Gijón
(Paseo de Begoña, 11. Tél. 985 17 24 09) lleva su nombre.
Cudillero, por la Costa Verde

Cudillero (Asturias) España
Siguiendo la ruta, llegamos al espectacular Cabo
de Peñas. Sus abruptos acantilados de más de 100 metros de
altura dan aún mayor realce a este bello fenómeno geológico que
irrumpe en el mar como una daga, desafiando las embestidas de
las olas del Cantábrico.
Algunos se conforman contemplándolo
desde la terraza del bar, junto al faro. Los más osados, se
lanzan a la vertiginosa aventura de alcanzar –andando y
escalando– el extremo del peñón.
Tras
cruzar la ría del Nalón, puedes darte un chapuzón en la
tranquila playa de Quebrantos (en Soto del Barco) antes de
llegar al pueblo más bello. Sin duda es el más fotografiado de
todo el litoral asturiano, me refiero a Cudillero.

Semioculto por montañas que casi llegan al
mar, lo mejor para quedar flechado por su magia es dar un rodeo
y acceder a él desde abajo, desde su puerto. Una vez aquí, tras
girar un recodo y entrar a la plaza de la Marina, el impacto
visual de sus casas de colores colgando de las montañas cautivan
al más exigente.
Sus habitantes, dada la oleada de turistas que
les visitan, son los astures más abiertos. Por ello no es de
extrañar que los pixuetos –así se les llama, con la terminación
germánica ueto, por las supuestas raíces nórdicas de sus
primeros pobladores, vikingos– orientan a los neófitos sobre los
lugares donde tomar las mejores panorámicas, sobre todo al caer
el sol, cuando las primeras luces de las casas y los
chiringuitos iluminan este anfiteatro marinero.
Su laberinto de callejas, como en una kasba,
serpentea entre las casas, en muchas de las cuales cuelgan
restos de curadillo, un pez escualo que se deja secar durante
cinco meses.
En la zona de El Pitu está el espléndido
conjunto palaciego de
los Selgas, también conocido como el Versalles asturiano. Y
tampoco debéis perderos las visitas a la capilla del
Humilladero, el edificio más antiguo del pueblo; ni a la iglesia
gótica de San Pedro, del siglo XVI, de una sola nave y
reconstruida tras ser incendiada durante la guerra civil.
Precisamente, en honor a San Pedro Pescador, se celebran del 29
de junio al 1 de julio las fiestas patronales.

A la salida de Cudillero hay otra maravilla
natural: el cabo de Vidio (en Oviñana). Se trata de un
acantilado de unos 80 metros, con un faro y una cueva, La
Iglesona, formada por la erosión, que se puede visitar en la
bajamar.
Junto a él, la costa astur nos regala su playa más
misteriosa: la del Silencio.
Su arena negra, como la caldera de
un volcán, rinde honor a su nombre por su difícil acceso: media
hora por un sendero y luego unas escalinatas, lo que la hace
poco frecuentada. Para llegar a ella debes tomar el desvío de Novellana, por la N-632.
De Luarca a Castropol

La siguiente escala es en otro pueblo de
innegable glamour pesquero, Luarca. La capital del concejo de
Valdés –conocida también como la Venecia asturiana por el
serpentín que provoca en sus entrañas el río Negro– aúna en su
seno los tres ingredientes típicos astures: el mar, el río y la
montaña.
Todos ellos son perfectamente visibles desde el mirador
de la Atalaya (uno de los cuatro situados en sus puntos
cardinales), en la colina que protege al puerto, muy cerca del
cementerio.

Severo Ochoa, médico y científico
español
En este camposanto, uno de
los más bellos de España por sus esculturas y su entorno (frente
al Cantábrico), descansa todo un prestigioso premio Nobel:
Severo Ochoa.
La tumba de Severo Ochoa es lugar de
peregrinaje de muchos curiosos. Nacido en esta localidad, Severo
Ochoa se doctoró en Medicina en Madrid para dar el salto a
Estados Unidos en 1942. Aquí descubrió la síntesis del ADN, que
le valió el Nobel en 1959.

La mejor manera de conocer Luarca es dejarse
caer por cualquiera de sus tres barrios de pescadores, todos
ellos de origen medieval, que rodean el puerto. Puedes elegir
entre el de La Pescadería –el de más solera, con calles
estrechas y tortuosas pero de una gran belleza–, el de Carril y
el Cambaral.
Este último tiene un rincón mágico. Se trata
de una mesa de piedra donde antaño se reunían los pescadores y
que está inmortalizada en un precioso mosaico de cerámica. En la
actualidad, es un punto de encuentro de las lugareñas, que
acuden a coser, zurcir y, sobre todo, a intercambiar
confidencias.
El centro neurálgico de Luarca es la plaza de
Alfonso X, sede del Ayuntamiento; y su iglesia parroquial, Santa
Eulalia, donde podrás disfrutar de sus interesantes retablos
barrocos y rococós. Estás cerca del bullicioso puerto por lo
que, tras visitar la villa, puedes dar un paseo por él, repleto
de bares donde sirven pescado fresco y marisco, entre las
decenas de barcas de pesca que se mecen sobre el agua.
En El Trasgu (Rivero 10. Tél. 985 64 20 49),
degusta sus sabrosas almejas; y, en Cambaral (Rivero 15, Tél.
985 64 09 83), su variado surtido de pinchos. Una última
recomendación: no dejes Luarca sin subir a la cima del barrio de
La Peña, no solo para visitar su capilla barroca, San Martín,
sino por la soberbia panorámica que obtendrás del pueblo y su
río.
Puedes también visitar la preciosa Fuente del
Bruxo, en la calle de la Fuente, una bonita construcción del
siglo XVIII, de estilo neoclásico.
El pueblo del oro
A 26 km de Luarca, por la AS-219 está Navelgas,
importante villa aurífera desde la época romana. Hoy su río es
escenario del Campeonato Nacional de Bateo de Oro que, en su 13º
edición, se celebra del 26 al 28 de julio.

Museo del Oro (Asturias) España.
Además, tienes un
Museo
del Oro (Bº de San Nicolás s/n. Tél. 985 80 60 18). Abre de
martes a domingo, de 11 h a 14 h y de 16 h a 20 h (entrada: 2,50
euros y 1 euros niños) y explican todo sobre la extracción del
preciado metal. También puedes hacer senderismo y visitar las
minas por la Ruta Huella del Oro.
Siguiendo la costa llegamos a Navia, villa
industrial marcada por la ría en la que desemboca el río del
mismo nombre y donde se asienta uno de los más importantes
astilleros astures.
Su precioso mirador de los Balleneros da fe
de la actividad que desde allí llevaron a cabo los pescadores
asturianos en siglos pasados. Si estás muy acalorado, date un
chapuzón en Fabal, pequeña playa en forma de concha.
Bailando las olas
A pocos kilómetros, Tapia de Casariego es otro
pueblo de parada obligatoria y un pequeño paraíso para los
surfistas, deporte introducido aquí en 1968 por un grupo de
australianos que vieron en sus playas un escenario ideal;
incluso existe un campamento para amantes de este deporte: el
Surfhouse.
Su coqueto y recogido puerto está presidido
por un épico conjunto escultórico que rinde tributo a todos los
hombres que dejaron su vida en la mar. Su centro está situado en
torno a la plaza de la Constitución y hay diversos miradores,
entre los que destaca el de Os Cañois, al sur del puerto, donde
los vecinos de antaño combatían a sus enemigos.

Si te gusta el senderismo, la Ruta del Pico
Faro, de dos horas, te llevará hasta un impresionante mirador y
al Santuario de los Santos Mártires. Si prefieres disfrutar el
mar, un zigzagueante paseo que bordea la costa te permitirá
acceder a algunas de sus mejores playas, como Castelo o El
Sarrello.
Apenas 4 km después de dejar la N-634, que
atraviesa por un largo puente la ría del Eo para adentrarse en
Galicia, llegamos a Catropol, fin de trayecto. Como fiel
testimonio de su pasado indiano están los palacios de los
Marqueses de Santa Cruz, el de las Cuatro Torres, el de Valledor
y Villa Rosita.
También puedes navegar por la ría del Eo con el
Nuevo Agamar, una
embarcación que recorre Figueras, Ribadeo y Castropol en un
circuito de media hora (5 euros).
Castropol está elevada sobre una pequeña
península, con la torre de su iglesia, Santiago Apóstol, como
mástil. La silueta de este vigía fronterizo se refleja en las
aguas del Eo al caer el sol (para delicia de los amantes de la
fotografía) desde el muelle de la cercana aldea de Figueras. Un
romántico final para esta ruta por la Costa Verde astur, mirando
siempre al mar.
Descubre su pasado celta

Desde Navia, nada más cruzar la ría si tomas
la AS-12 hacia el interior, dirección Boal, puedes visitar uno
de los castros (poblados fortificados prerromanos de origen
celta) más importantes de Asturias: el de
Coaña.
Originario del siglo I d.C., está declarado Monumento Histórico
Nacional. En él podrás contemplar su sistema de murallas de
piedra, una acrópolis de planta triangular y el llamado Barrio
Norte, con las bases de sus antiguas casas.
Más información: Tél.
985 97 84 01.
De miércoles a domingo, de 10.30 h a 17.30 h.
Entrada: 3 euros y 1,50 euros, niños de 7 a 12 años. Miércoles,
gratis.
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