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Promoción
Casa Ángelina, cielo amalfitano, en
Italia
El poeta verista Renato Fucini dejó escrito que “El
día del Juicio Universal, para los amalfitanos que suban al Paraíso,
será un día como todos los demás”.
Es, sin duda, una exageración; pero, ciertamente, en este
rincón litoral parece vislumbrarse una idea más precisa del Cielo.

La
Costa Amalfitana, en la península de Sorrento, al sur de
Nápoles, ofrece
paisajes, pueblos playas, vistas y experiencias difíciles de superar.
De Pompeya a Positano, de Ravello a Capri, esta zona de la región de
Campania, es una de las más bellas del Mare Nostrum.

Casa Angelina es un palco excelente para descubrir esa
belleza mediterránea.
Un blanco absoluto domina todas sus salones y sus
suites con el objetivo de proyectar las vistas sobre la azulada Costa
Amalfitana y las islas de Capri y Li Galli (estas últimas, conocidas
también como Le Sirenuse, por las sirenas que según la leyenda vivieron
ahí).
La decoración minimalista del hotel no está reñida con
la riqueza en los detalles que un huésped exigente siempre agradece: la
máxima calidad en el somier y un colchón ergonómico y las sábanas,
toallas y cochas del mejor lino, suministrado por la prestigiosa casa
Bellora.



Poco más puede pedirse, salvo una buena gastronomía,
un servicio rigurosamente profesional y la ubicación más indicada.
Dada la variedad de rutas y posibles visitas, en la
Costa Amalfitana se aconseja elegir un hotel que sirva de base desde la
cual dirigirse de ida y vuelta a todos los puntos de interés.


El modo más indicado para recorrer la zona es el
coche, que permite flexibilidad para acercarse a los pueblos más
escondidos y las calas más impresionantes.
Las carreteras sinuosas y
estrechas ofrecen una vista sin igual. Los pueblos de la zona están
cubiertos de flores y arbustos coloridos, pequeñas callejas y calas
rocosas, siempre junto a la permanente presencia del mar Tirreno.



Praiano, el pequeño pueblo en el que está Casa
Angelina, se presenta diminuto ante la competencia de las cercanas
poblaciones de Ravello (y los renombrados jardines de Villa Rufolo) o
del Positano que enamoró a John Steinbeck.
Pero en medio de ambos destinos turísticos, Praiano es
un pequeño oasis que proporciona discretamente la belleza arquitectónica
de la Iglesia de San Gennaro, una hermosa plaza con vistas al mar, y la
calma al atardecer de la pequeña playa de Gavitela.
Más info casangelina.com
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