Reportajes
|
Reportajes
Destinos
|
Tienda
|
Organiza tu viaje
|
Guía |
Facebook
|
Promoción
Lisboa, ciudad de los
sentidos
Tradición y cultura por los
cuatro costados.
El aire antiguo de sus calles y sus tranvías
despertarán nuestros sentidos en cuanto empecemos a conocerla. En
cambio, con recorrer cuatro pasos, nos toparemos con otra ciudad: la
moderna y vanguardista ciudad de la Expo. Lisboa nos permite visitar dos
ciudades en una.
Primera mañana. 9.30 h - La Alfama, el corazón de
Lisboa

Comenzamos nuestra ruta en el popular barrio de la
Alfama, uno de los más antiguos de la ciudad. Empezamos la ronda por el
barrio desde lo más alto, desde el espectacular Castillo de San Jorge.
Después bajaremos para visitar una de las joyas de Lisboa, la catedral
de Santa Maria Maior, más conocida como la Sé. A solo unos pasos de la
Sé, se encuentra la iglesia de San Antonio, levantada en el lugar en que
nació el patrón de los lisboetas.
12.00 h - El mirador del Tajo

Alfama no tiene ni museos ni vistosas fachadas
arquitectónicas. Su encanto reside en la melancolía y el espíritu
bohemio que despiertan las flores en los balcones, la ropa tendida o las
fachadas decoradas con los típicos azulejos portugueses (azules y
blancos).
La otra gran atracción, sin duda, son sus miradores. Desde
ellos, podremos observar una encrucijada única: el lugar en que se unen
el Tajo y el Atlántico (los de Santa Luzia y Portas do Sol, de los más
recomendables).
Desde la mayoría de estos miradores podremos divisar la
espectacular figura del Cristo Rei. Una estatua de más de 100 metros de
altura, que resulta ser una réplica adaptada del Cristo Redentor de Río
de Janeiro.
Primera tarde. 14.00 h - Comer en un palacio

Después de haber disfrutado de los rincones de la
Alfama, llega la hora de comer. Y ya que estamos, deberíamos acercarnos
a la Rua de São João da Praça, en el número 18, y pedir mesa en el Páteo
de Alfama. Es un restaurante alucinante, situado en el atrio del antiguo
palacio de los condes de Murça, que "milagrosamente" se salvó del famoso
terremoto de 1755.
Por supuesto en Alfama hay otras alternativas como el
Torreiro do Paço (Praça Comercio, s/n) donde podremos comprobar las
bondades de la cocina de autor de Vítor Sobral, o el célebre Casa do
Leâo (Castelo de Sâo Jorge s/n).
16.00 h - Cita con Pessoa en el Chiado

Para hacer la sobremesa, salimos del restaurante y
cogemos la Rúa Do Barao hasta la de Augusto Rosa, y de ahí continuamos
hacia la Rúa da Conceiçao, que nos llevará hasta el popular barrio de El
Chiado, situado en el centro neurálgico de la ciudad.
Podremos acceder
al Chiado de una forma muy curiosa pero también tradicional: en
ascensor. El Elevador de Santa Justa se levanta sobre la calle de Santa
Justa y enlaza este céntrico paseo con la Praza do Carmo, junto al Museu
Arqueológico do Carmo.
17.30 h - Tiendas y glamour en Lisboa

Nos quedamos por El Chiado para pasear y explorar lo
que nos ofrece Lisboa en materia de compras. En esta zona, encontraremos
la oferta comercial más glamurosa y diversificada de la ciudad.
En sus
principales vías comerciales, como la Rua Augusta o la Rua do Carmo, nos
toparemos con diversas y cotizadas tiendas de moda de diseño (no podemos
perdernos la de Ana Salazar, la diseñadora más puntera de Portugal).
21.00 h - Fado en el Barrio Alto

El día ha sido largo y hemos visto mucho, pero todavía
nos queda descubrir la noche lisboeta. Podemos cenar en el Tavares Rico
(Rua Misericordia 35-37, entre El Chiado y el Barrio Alto). Este es
quizás el restaurante con más clase y pedigrí de Lisboa.
Acabada la
cena, caminamos unos metros, subimos al Barrio Alto y damos una vuelta
por sus calles estrechas en busca del local que más nos llame la
atención. Podríamos tomarnos algo en el Palpita-me o en la Tasca do
Chico (ambos situados en la Rua do Diário de Notícias).
Segunda mañana. 10.00 h - Parque de las Naciones

A orillas del Tajo se levanta la metrópoli moderna y
vanguardista, vayamos hasta, como los lisboetas llaman, Parque das
Nações y demos una vuelta por la zona de la Expo.
Visitar el Oceanário
más grande de Europa (ideal si vamos con los niños) y coger el
teleférico que va desde éste hasta la Torre Vasco da Gama, famosa por su
forma de vela, son dos alternativas muy recomendables.
12.00 h - Paseo en un tranvía histórico de la ciudad

Si salimos de la zona de la Expo, cogemos la Avenida
Infante Dom Henrique hasta la Praça do Comercio y de allí subimos por la
Rúa do Prata hasta la Praça do Rossio, donde nos montamos en uno de los
tranvías más hitóricos de la ciudad, nº28 para subir al Miradouro do São
Pedro.
Segunda tarde. 14.00 h - ¡A comer!

Comeremos en Barrio Alto. Vamos a acercarnos al número
57 de la Rua da Atalaia y pediremos mesa en Pap'Açorda.
Se trata de un
exclusivo restaurante donde te reciben con una copita de champán y te
tienden con muchísima amabilidad.
Si queremos algo más asequible,
podemos dirigirnos a cualquier tasquinha de las muchas que hay en el
barrio y comernos un plato a base de bacalao; un plato obligatorio en
Lisboa.
16.30 h - La Torre de Belém y los Jerónimos

Antes de despedirnos de Lisboa, iremos hasta el barrio
de Belém, situado al oeste del centro de la ciudad, siguiendo la senda
del Tajo. Para llegar hasta allí, podemos coger el tranvía nº15 en el
intercambiador de la céntrica Praça do Comerço y bajarnos cuando veamos
la silueta del enorme Mosteiro dos Jerónimos.
Este monumento fue
financiado con los tesoros traídos de las colonias de ultramar. Otra de
las joyas imprescindibles de este barrio es la Torre de Belém: un
espectacular monumento de 35 metros de altura que en un principio
cumplía tareas defensivas, pero que con el tiempo se utilizó como
aduana, faro y prisión.
18.00 h - Los famosos pastelitos de Belém

En Belém es muy tradicional entre los lisboetas pasear
comiendo unos pastelitos muy especiales. Si lo vemos, no nos debe
sorprender, sino que debemos probarlos.
Y es que, a pocos metros del
monasterio, encontramos la famosa pastelería de Belém (Pasteis de Belém).
Aquí, desde 1837, hacen unas tortitas de unos 10 cm de diámetro rellenas
de crema y espolvoreadas con canela.
Comer un par o tres de ellos,
acompañados de un chocolate caliente, es la mejor despedida posible de
nuestras inolvidables 48 horas en Lisboa.
|